El “Cartago” que más conoció y amó Guanacaste
Decía el filósofo que “no se ama lo que no se conoce”, pues aún los sentimientos tienen relación directa con la facultad cognitiva, a pesar que pocas veces sobreponemos la racionalidad a nuestra emotividad, condición para alcanzar la madurez integral.
Desde los años setentas, cuando se afianzó aquella genialidad del “Hospital sin paredes” que desde 1954 llevó la atención integral de salud a las comunidades, especialmente a las más pobres y abandonadas (experiencia predecesora de los EBAIS), cobró renombre nacional la figura del Benemérito de la Patria desde el 13 de abril de 2015, el Doctor Juan Guillermo Ortiz (1924-2009), quien como evangelizador de la salud recorrió cual misionero el territorio patrio, enfocándose en la provincia más abandonada: Guanacaste. El doctor personalmente, junto a su incansable equipo de trabajo, caminó de pueblo en pueblo, de cantón en cantón, hasta no dejar un solo rincón de la pampa medido y pesado.
Tanto fue el amor que tuvo el Doctor Ortiz a esta provincia chorotega que la inmortalizó con su genial obra poética “Oda a Guanacaste”, escrita en el 174 aniversario de la anexión (1998). Más que una simple poesía, la Oda es un canto de amor a todas las comunidades del gran Guanacaste, mencionando uno a uno cada cantón de los que recorrió, sin marginar ninguno, y describiendo las bellezas de sus pueblos, su gente y sus paisajes como quien se enorgullece de presentarle a
extraños su propia familia. Su conocimiento es de obligatoria lectura para quien dice amar esta provincia.
En la mencionada Oda y en sus otras poesías el doctor da fe firme de haber tenido grandes amistades en todos los rincones de Guanacaste, como ningún otro tico de la Meseta Central las ha tenido, y de conocer, como muy pocos paisanos, la historia provincial, a tal punto que se identifica plenamente con los reclamos históricos más justos de nuestra gente: el abandono gubernamental, la falta de agua potable, puentes, hospitales y escuelas, los malos caminos, la abundancia de políticos demagogos, la desunión de nuestros pueblos, el liderazgo indiscutible y permanente del justiciero doctor Francisco Vargas y su partido Confraternidad Guanacasteca y el urgente y necesario rescate de la península de Nicoya, tema con que nos acaricia con estos versos revolucionarios de inimaginable valor:
Ya lo decía en la presentación de este genial libro uno de los mejores periodistas de la provincia: “Los guanacastecos debemos estar permanentemente agradecidos con el doctor Juan Guillermo Ortiz Guier, un Cartago de pura cepa… que sembró la medicina comunitaria o lo que también se da en llamar Hospital sin paredes, que es sencillamente la lucha frontal contra las enfermedades… ayudando a mejorar sus condiciones de vida integralmente, como fue agua potable, letrinas, vivienda, mejoramiento de carreteras, puentes y tierra para los campesinos… Este proceso revolucionario tiene en este hombre corpulento… calidad de prestigioso asesor del Ministerio de Salud… que recorrió la provincia hasta en los distritos y poblados más alejados… y logró captar con impresionante y magistral conducta de hombre superior, nuestra psicología, nuestras costumbres, nuestros sentimientos y además fijó en su retina los aspectos naturales de nuestra geografía rodeada de ríos, cerros, playas y montañas… Nos hace pensar que sin ser oriundo de estas tierras chorotegas nos da una gran lección que debemos aprender los guanacastecos: que tenemos una ideología criolla, auténtica, forjada en lo más profundo del pensamiento y acción de nuestros coprovincianos y que sería bueno rescatar en aras de hacer más y portentoso a Guanacaste” (José Manuel Peña, director del periódico Anexión, 6 de julio de 1998).
Tal como acertadamente lo analiza Peñita, el Doctor Ortiz ha sido sin duda alguna el “Cartago” que más conoció y amo el alma guanacasteca. Y quienes tuvimos el agrado de conocerlo no podemos menos que seguir honrando su recuerdo, recorriendo como él los 11 cantones de la provincia, saludando la belleza de sus gentes y paisajes, y amando a ese Dios bueno presente en nuestra historia regional, en nuestra cultura y geografía, reconociendo que la guanacastequidad es elemento primordial e identificador de nuestro ser costarricense, que muy pocos iluminados más allá del río Lagartos, logran comprender.
Prof. Ronal Vargas Araya. Diario Digital El Independiente.